miércoles, 12 de mayo de 2010

Mendoza

El viaje sigue, persiguiendo luz y roca. En Mendoza se vive el otoño. Camino y las hojas crujen bajo mis pies. Para dónde miro hay ocres y magentas. Sondea y me aquieto como si le hubiese dado caña al cuerpo.
El pecho se agranda respirando en Arenales. La nariz se me hela en el mismísimo minuto que bajo del auto y me entran las dudas: -hice bien en venir?-
Nubes entran y se van... la luna se llenó y ahora si! A escalar con calorcito.....que bien
La superpoderosa es Paula esta vez. Gran amiga.

En el cajón de los Arenales se escala Fisuras. Hermosas fisuras del tamaño que quieras. Asi que volviendo a recordar lo que es sentir dolor y no prestarle atención. También volver a sensibilizar el olfato para encontrar la línea que busco al pie del Campanille o simplemente seguir el camino que me pinta a medida que voy.
Esta salida ha reafirmado mi confianza. Generalmente solo obtenemos aquello que deseamos cuando dejamos a un lado la ansiedad y el deseo. Cuando ya no esperamos algo, es cuando suele llegarnos. El cajón, la cordillera de los Andes


Refu. Casa.


Pascal flasheando con las dimensiones

Alabadas sean ellas, las agujas. Charles Webis y Campanille
















Gracias por la paciencia, compañera!

PARAISO


Nada que envidiar a Indian Creek, no?



The King

Otoño






Otoño
colores calmos
bajar las revoluciones
acomodar un cuchitril para descansar
suspenderse
dejar de explotar
acallar